No me considero para nada una madre paranoica ni sobreprotectora. Creo que la medida para todo en la vida debería ser el sentido común y trato de criar y educar a mi hija según esa máxima. Claro está que el sentido común no es algo objetivo y que varía dependiendo de cada persona. De hecho, atentas a esto, de ahí vienen todos los problemas del mundo.
Pero dejando las reflexiones filosóficas a un lado, confieso que, desde que soy madre, hay una situación (y solo una) que me hace perder los nervios por completo y me convierte en la presidenta honorífica del Club de las madres histéricas. A saber: la posibilidad de que mi hija se atragante. La sola idea de pensarlo me genera una angustia difícil de describir. Seguir leyendo…